La candidata oficialista a la presidencia de Brasil, Dilma Rousseff, aventaja en seis puntos porcentuales al opositor José Serra de cara a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales que se disputarán el próximo 31 de octubre, según una encuesta de Datafolha.
El aborto y el matrimonio gay son el único tema que discuten oficialismo y oposición.Rousseff olvida sus viejas posiciones y Serra evoca a Jesús, en la lucha por el voto evangélico. La primera ley de la política es que las encuestas mandan. Más de 33 millones de evangelistas constituyen el 25% del electorado brasileño. El 71% de los votantes rechaza la despenalización del aborto, según un sondeo de Datafolha. Esas cifras explican que, en la recta final hacia la segunda vuelta, tanto el oficialismo PT como la oposición PSDB gasten sus últimos cartuchos en la cuestión religiosa.
El aborto, el matrimonio gay y la libertad religiosa desplazaron de la agenda pública de Dilma Rousseff y José Serra el debate por asuntos que, aún luego del espectacular despegue económico que condujo Lula da Silva, representan problema serios y estructurales en Brasil. Desigual distribución del ingreso, narcotráfico, analfabetismo o concentración de la tierra no figuran entre las preocupaciones centrales.
En cambio, Rousseff fijó su posición sobre los temas de conciencia incluso por escrito. La petista acusa a la oposición y los medios de comunicación de articular una “campaña sucia” en su contra para restarle votos. Cierto o no, el comando de campaña del PT admite por lo bajo que subestimó el peso del voto religioso, y atribuye a los errores propios en ese terreno la sorpresiva escalada de Serra en la intención de voto.
Ahora intenta revertir la sangría sufrida en ese sector durante la primera vuelta. La candidata de Lula divulgó una carta con seis puntos entre más de 50 jefes católicos y evangélicos “para dar a los pastores y líderes religiosos que me apoyan los instrumentos necesarios” para hacer campaña entre los fieles.
En el texto se declara “personalmente contra el aborto” y promete “no tomar la iniciativa de proponer alteraciones de puntos referidos a la legislación del aborto”. Así dio marcha atrás con su abierto apoyo a la descriminalización.
Por su parte, Serra intenta capitalizar al máximo el disgusto de los evangélicos con las viejas posiciones de Rousseff y atraer al 20% de los electores -sobre todo de sectores medios urbanos- que votaron a Marina Silva (PV) en la primera vuelta. La cuestión religiosa es su principal caballo de batalla, a tal punto que mandó a imprimir tarjetas con la frase“Jesús es la verdad y la justicia” sobre su rostro. “Vote lista 45”, agrega.