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XI-IX: LOS DOS 11 DE SEPTIEMBRE

Publicado el 13/09/10

En esta fecha se ha cambiado el curso de la historia internacional en las últimas 3 décadas. En el 2001 un grupo de aero-piratas se estrellaron contra las Torres Gemelas y el Pentágono. Posiblemente los fundamentalistas islámicos que perpetraron esa matanza no se percataron que exactamente 28 años antes la principal sede de otro país americano había sido atacada desde el aire.

En 1973 fue destruido el palacio de gobierno de Santiago. Dicha acción no fue hecha por pilotos extranjeros sino por unas FFAA que habían estado apuntaladas por la CIA, la agencia de inteligencia de la misma superpotencia que sufriría el macro-atentado del 2001.

El 11 de septiembre de 1973, así como el del 2001, se alteró el orden mundial. Hace 37 años se puso punto final al primer experimento de gobierno constitucional de partidos pro-soviéticos en Occidente. Pese a que la Unidad
Popular chilena manifestaba someterse al sistema de las democracias capitalistas representativas patrocinadas por Washington, la administración estadounidense le consideró intolerable.

Antes del golpe de Augusto Pinochet la izquierda había crecido electoralmente y había un clima de tensión social. El canciller norteamericano Henry Kissinger sostenía que no se podía aceptar que un pueblo por ignorancia se tornase comunista.

El cuartelazo santiagueño sirvió para demostrar que el principal poder occidental no podría tolerar gobiernos contestatarios aunque fuesen elegidos bajo sufragio universal. Además alentó la consolidación o extensión de las dictaduras anti-comunistas en todo el Cono Sur.

El nuevo régimen instaurado el 11 de septiembre de 1973 sería el mismo que iniciaría el actual modelo económico que acabaría por implantarse como moda durante la globalización. La receta pinochetista consistía en renunciar al viejo sistema de economía keynesiana, que protegía la industria y el mercado internos, que promovía el desarrollo buscando sustituir las importancias y elevando el consumo mediante el incremento del nivel de ingresos de la población. Para la escuela de Chicago se imponía dar paso a una economía abierta a las importaciones y al libre flujo de capital extranjero. Pese a que ello implicaría una inicial destrucción de muchas industrias que producían para el mercado interno, el aumento del desempleo y la reducción de salarios reales y condiciones laborales, a la larga – se sostenía- se permitiría una nueva acumulación de capital. Orientándose hacia la exportación y estabilizando la moneda, Chile empezó a mostrar una pujanza económica que quizo ser imitada por otras naciones del hemisferio sur.

Para los críticos del neo-liberalismo se trataba de hambrear al pueblo para exportar. Para el monetarismo en boga ésta era la única posibilidad de poder competir en el mercado internacional y desarrollar a los países en ese camino.

El pinochetazo fue uno de los momentos de mayor conflicto entre las dos superpotencias cuando ambas parecían haber llegado a la década de los setentas a un nivel de empate.

A fines de esa década la nueva administración de Carter fue dando un viraje hacia patrocinar los derechos humanos como vía para minar al bloque soviético y para dar base social a los nuevos gobiernos que aplicasen reajustes económicos en Latino América.-

El modelo militar impuesto en Chile el 11 de septiembre de 1973 fue siendo dejado de lado para patrocinarse el sistema neo-liberal que éste había empezado a alentar. La mayor victoria de dicho evento fue que a larga los propios países del Pacto de Varsovia acabarían por renunciar al sistema de economías planificadas y de régimen de partidos únicos comunistas, para abrazar el mercado capitalista. El monetarismo pinochetista se convertiría en una panacea para varios círculos en Moscú.

En el 11 de septiembre del 2001 le tocó a los EEUU el recibir un ataque desde el aire. Los símbolos de su poderío militar y económico fueron atacados. La CIA esta vez no fue acusada de organizar el golpe, sino de no haberse dado cuenta de ella o, en el peor de los casos, haberlo dejado pasar para justificar una carrera militarista.

En ambas fechas de 1973 y 2001 las administraciones norteamericanas estaban en manos de republicanos duros. Bush hijo y Kissinger son quienes hoy encabezan la tendencia halcona dentro del partido gobernante planteando una inmediata guerra contra Irak, aunque muchos líderes republicanos se muestran dudosos sobre si es conveniente lanzarse a una intervención bélica sin suficiente apoyo internacional o justificativos.

Tras el 11 de septiembre del 2001 los EEUU lanzaron un proyecto de incremento militar fuerte. El presupuesto armamentístico de la única super-potencia subió hasta significar más que la suma de los demás siete siguientes poderes. Se vertebró la mayor coalición de países nunca antes vista para poder atacar Afganistán.

Uno de los países más pobres del planeta empezó a recibir cada mes un promedio de mil millones de dólares en bombardeos. Esta cifra equivalía al promedio de las exportaciones afganas en más de doce años.

La incursión en Afganistán condujo a la caída del gobierno y a que éste fuese remplazado por una coalición de caudillos militares, muchos de ellos con peores historiales de matanzas contra indefensos y crímenes de guerra que los propios talibanes.

Ni Bin Laden ni Mullah Omar han sido capturados. Pinochet fue apresado y luego liberado. Los responsables de las dos matanzas de los 11 de septiembre han recibido distinto juzgamiento por parte de Occidente. Ambos han sido colaboradores de la CIA pero uno siempre se mantuvo amigo de los EEUU pero el otro le agredió. Al general chilena se le permitió regresar a su país bajo presión de los conservadores. Al fundamentalista saudita se le persigue al extremo de haberse producido unas 3,000 muertes civiles con los bombardeos occidentales en Afganistán.

Pese a que no se ha dado con el objetivo de capturar a los organizadores del macro-atentado contra Manhattan y Washington, la lección que ha dado Busch es que su país es el policía global y que tiene la capacidad de poner orden donde allí lo considere necesario.

La nueva doctrina que se ha impuesto es la de tratar con dureza a todos aquellos a quienes se sindican como terroristas. Siguiendo esas pautas Sharon se lanzó a arrasar a la Autoridad Nacional Palestina. El gobierno fundamentalista hindú ha incrementado su accionar contra los separatistas de Cachemira y se ha planteado la posibilidad que se pudiese desatar la primera guerra nuclear, la cual sería entre la India y Pakistán. En Colombia subió a la presidencia Alvaro Uribe pregonando una ofensiva generalizada contra la guerrilla. En el país vasco acaba de decretarse la ilegalización del Batasuna, un partido que aglutina a más de un décimo del electorado pero que es acusado de ser el brazo legal del ETA.

Muchos críticos de la nueva línea dura sostienen que las cruzadas anti-terroristas no buscan dar solución al real problema que ocasiona la violencia social. El crecimiento de las desigualdades entre naciones y clases, el incremento de la pobreza y el deterioro del medio ambiente son cuestiones que a los EEUU se les acusa de menospreciar, y son éstas las que ocasionarían diversos movimientos sociales o el accionar de grupos violentistas. Para los partidarios de la línea anti-terrorista se necesita poner orden a nivel global para poder garantizar las inversiones y la economía.

Los dos XI-IX fortalecieron inicialmente a la derecha republicana y a su agenda de mayor dureza militar contra sus enemigos, mayor intervencionismo norteamericano y mayores concesiones para las multinacionales estadounidenses. En el primer caso la línea halcona de Nixon-Kissinger conllevó a un eventual debilitamiento de Washington y a levantamientos anti-norteamericanos exitosos en Indochina, Nicaragua e Irán. En el segundo caso está llevando a Busch a una política de intervención bélica en Irak que podría aislar a los EEUU en relación a diversos aliados europeos y musulmanes, y que podría terminar produciendo nuevas reacciones contra dicha potencia.

El orden internacional después del 11 de septiembre

¿Cómo ha cambiado y cuánto podrá cambiar el globo después de la destrucción de las torres gemelas? ¿Qué hacer frente al renacer fundamentalista? ¿Qué perspectivas tiene la coalición anti-terrorista? Esas preguntas fueron abordadas por un panel de seis distinguidos profesores ante más de un millar de personas en el teatro de la London School of Economics & Political Sciences. La doctora Katerina Dalacoura, experta de la LSE en el Islam, sostuvo que los atentados terroristas no son parte de los principios mahometanos pero que éstos pueden sujetarse a diversas interpretaciones: desde violentistas hasta promotores del pacifismo multi-cultural. No existe una guerra de religiones sino de ideas.

Michael Cox, director de la prestigiosa revista de Estudios Internacionales y profesor del destacado departamento de política internacional de Aberyswyth, sostuvo que los sucesos del 11 de septiembre habían ocasionado un giro reaccionario mundial. Quienes perpetraron dicho ataque querían protestar por la extrema hegemonía de los EEUU en el mundo pero con su acción no han hecho mas que reforzar ésta. Han logrado provocar la construcción de una coalición internacional anti-terrorista y de una vasta unidad nacional dentro de los EEUU, que el 10 de septiembre eran impensables. Antes de dicha fecha Busch estaba debutando mal en la presidencia pero después cobra fuerza.

Para Cox es malo que Bin Laden se esté volviendo tan popular dentro del Islam. Cree que es un grave error compararlo con el Ché Guevara pues este último tenía objetivos progresivos mientras el millonario saudita quiere una sociedad totalitaria hostil a las mujeres. El tipifica a Bin Laden como un clerical-fascista y citó a León Trotski sosteniendo que el terrorismo es perjudicial en la lucha por una sociedad más justa. La reacción contra el macro atentado terrorista está conduciendo a un escenario pesimista caracterizado por un reactivamiento del patriotismo norteamericano, ataques a las libertades civiles, la adopción de nuevas leyes peligrosas y dar licencia a la CIA para que asesine personas en todo el mundo.

Lo más grave es que ha desviado el debate que se daba en torno a los efectos nocivos de la globalización en la ecología y la acentuación de la pobreza y las desigualdades. Otra cosa mala es que polariza erróneamente al mundo en dos campos (con EEUU o con el terrorismo). En este panorama que él ve con pesimismo para los progresistas, Cox rescata el hecho que se haya logrado presionar al IRA para que empiece a desarmarse y que probablemente lleve a un reconocimiento de un Estado palestino.

La profesora Margot Light, especialista en Europa Oriental, sostuvo que ella condenaba los actos terroristas y al regimen talibán hostil a su género, pero que ella estaba en contra de la intervención militar en Afganistán por tres razones pragmáticas.

Una, por que el empleo de uso masivo de la violencia no hace más que generar más terrorismo. El uso de la fuerza en el caso de Israel no ha logrado disminuir al Hamas, sino incrementarlo. En el caso chechén, en el que ella es experta, Rusia ha ido creando en cada oleada de ataques más y más hostilidad, y donde los sectores más pacifistas de la población chechena acaban apuntalando a los rebeldes.

Dos, cree que la coalición anti-terrorista no está libre de haber apoyado otras causas terroristas y no logrará sobrevivir. La Alianza Norteña es tan terrorista como los talibanes. Los afganos van a resistir la intervención como ya lo han hecho en otras oportunidades.

Tres, según Clausevitz toda guerra debe pelearse por objetivos políticos. Mas, en este caso no hay manera de conseguir las metas pues una guerra contra el terrorismo no tiene fin. Muchos han hablado de bombardear a Afganistán hasta reducirlos a la edad de piedra, el problema es que este país ya vive en dicha situación antes de la incursión estadounidense.

James Rubin, profesor visitante de la LSE y asesor del gobierno de los EEUU, defendió la política de Washington. El ataque sufrido por los EEUU es el primero que se ha dado en su territorio continental desde 1812. El blanco fue la ciudad de Nueva York, la puerta por la que han entrado muchos inmigrantes a ese país y que por ello tiene especial simbología. No se trata de cualquier agresión sino de una hecha expresamente contra nuestra patria y por ende se debe responder duramente. Está en juego la defensa de los EEUU.

Los norteamericanos vienen aprendiendo cuán vulnerable es su país y cuánta gente le odia. EEUU ya no puede mantenerse en una actitud menos intervencionista y ahora debe ayudar a la ONU en el proceso de construcción de naciones. La respuesta ha sido la de construir la más grande coalición que haya sido encabezaba por Norte América. Los EEUU ya no es visto como un llanero solitario sino que es parte de una coalición, la misma que decidirá qué es lo positivo para derrotar al terrorismo.

El 11 de septiembre ha dado paso a un nivel de unidad nacional que no se podía predecir días antes. No ha habido mayor debate en los EEUU debido al impacto. Todos los civiles de todos los credos se han unido. William Wallace, profesor de Relaciones Internacionales de la LSE, abordó el tema de la actitud europea ante el conflicto. Para él los ex imperios ultramarines coloniales del viejo mundo tienen una perspectiva distinta a la de los EEUU. La experiencia les ha mostrado el camino de la diplomacia y del mantenimiento de la paz antes que el frontal intervencionismo. Europa tiene una gran población mahometana y colinda con el Africa del norte y el medio oriente, cuestiones que deben moderar su actitud. Wallace considera que Arabia Saudita posiblemente tenga que colapsar pues su sociedad se basa en un sistema autoritario religioso que ha producido fenómenos como el del saudí Bin Laden.

La mayor destrucción de Afganistán ha sido perpetrada no por la intervención soviética sino por las propias fracciones mujahedines (muchas de las cuales ahora están en la Alianza Norteña). Como cristiano él se horroriza de todas las atrocidades cometidas por los cruzados y otros movimientos fundamentalistas católicos. Todos los fundamentalismos religiosos son dañinos pues la alternativa es una sociedad liberal.

Chris Brown, profesor de la LSE de Relaciones Internacionales, no cree que lo acontecido desde el 11 de septiembre implica un enfrentamiento entre occidente y el resto del mundo, ni que tampoco se haya cambiado el nuevo orden global. Tampoco considera que se trata de una guerra contra el terrorismo, sino que es fundamentalmente una cacería de piratas. Brown trazó una analogía con la actitud de las potencias que perseguían a los piratas y atacaban a quienes le daban cobijo.

El fundamentalismo islámico no es una amenaza contra los EEUU sino contra sus ciudadanos. El nuevo terrorismo se distingue del de la red de guerrillas marxistas de hace tres décadas. Entonces terroristas alemanes o japoneses se entrenaban junto a palestinos en campos de Jordania. Esos grupos armados buscaban ganar a la población y trataban de respetar a los inocentes, pero en este caso los islamitas no respetan a los civiles y su convocatoria es excluyente.

La Antigua guerrilla buscaba eliminar al capitalismo y no a los civiles, mientras que los fundamentalistas mahometanos no respetan a quienes no son creyentes de su fe. Antiguos guerrilleros como Arafat o Adams pudieron evolucionar hacia hacedores de la paz. Este nuevo terrorismo no va en esa dirección y es más peligroso y difícil de manejar.

Dentro del público hubieron intervenciones sobre quién fue quien creó a Bin Laden y si es que EEUU no estaría produciendo nuevos Bin Laden con su apoyo a otras fracciones afganas. Otro cuestionamiento era cómo EEUU pretendía imponer la paz en otro país sino podía garantizar la paz y la seguridad en su propia casa. Un postgraduado afgano sostuvo que el macro-atentado terrorista no se dio contra la estatua de la libertad sino contra símbolos del poder militar y económico estadounidense y en protesta contra la política exterior de Washington. Un millón y medio de sus compatriotas murieron para socavar la Unión Soviética y ayudar a que el capitalismo gane la guerra fría, pero que los EEUU ha abandonado a su país.

El debate reflejó un amplio abanico de interpretaciones y propuestas que hacen de la LSE un centro del debate global.

* Isaac Bigio: Investigador y profesor de la London School of Economics & Political Sciences.



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