Los primeros esclavos africanos llegaron al Perú con Francisco Pizarro y trajeron consigo voces y ritmos que durante el virreinato se amestizaron. Ritmos como el panalivio, festejo, lando, toro mata, socavón, el zapateo, la zamacueca y la marinera.
Juan José Vega, en un artículo titulado De la Zamacueca a la Marinera ( La República, 7 de noviembre de 1999) afirma que la marinera es hija de la zamacueca, y subraya en ésta su ascendiente predominantemente africana, de la Africa negra, por un lado, y del Africa morisca, por el otro.
El nombre de marinera a este baile se lo debemos a Abelardo Gamarra, “El Tunante”. En Lima a la zamacueca se le denominaba “resbalosa” y en la costa norte “tondero”. En la Guerra del Pacifico, durante la invasión de los chilenos, éstos le llamaban equivocadamente “chilena”. “El tunante”, consciente de semejante atropello, optó primero por llamarle “La Huascarina”, en honor al monitor que tantos destrozos le produjo a la escuadra chilena, pero luego se decidió por “marinera”, femenino de marino, como una forma de homenajear a la Marina.
En cuanto al baile en sí, podemos decir que la marinera es un baile para la mujer, el hombre acompaña a la mujer, la deja bailar. El baile se compone de tres partes claramente definidas: el saludo, el coqueteo y la fuga. El saludo empieza con el redoble de la marinera y consiste en que tanto el hombre como la mujer llevan a cabo un recorrido y al encontrarse aquel saluda a la mujer, siguiendo hasta el lugar contrario al que iniciaron. Luego ambos voltean y vuelven nuevamente a comenzar el recorrido y al encontrarse se saludan hasta llegar al punto donde se inicio el baile. Al ser aceptado por la mujer, se da comienzo al coqueteo, que consiste en dar una vuelta observando la pareja con gracia y una segunda vuelta en el centro. Y por último, la fuga, que se da cuando los compases de la melodía se vuelven fuga, lo cual implica que la mujer acepta al hombre como enamorado y empieza la punta y taco del hombre, y la mujer con el escobillado; al final, el hombre se arrodilla, coloca uno de sus pies adelante, la mujer se pone encima de sus rodillas, y el hombre la carga en sus brazos y se van.
La marinera es, pues, la representación del cortejo del hombre hacia la mujer. Algunos sostienen que se trata del cortejo que hace el gallo a la gallina antes de pisarla; otros, que el baile imita la elegancia y cadencia del caballo de paso peruano. El hombre baila con sombrero de paja, pañuelo y poncho, mientras que la mujer presenta una vestido que se derivó de la época de la colonia del siglo XVI.
Todos los años el Club Libertad de Trujillo, una de las instituciones de mayor prestigio de la ciudad, celebra el concurso de marinera, entre el 30 de enero y el 03 de febrero. La madrina de este primer evento fue nada menos que la notable compositora Chabuca Granda, quien también presidió el jurado el 20 de noviembre de 1960.