La historia de los fracasos de Perú en las Eliminatorias se remonta al año 1989, cuando al mando de la selección se encontraba el brasileño José Macías “Pepe”, quien no sólo no nos clasificó sino que no logró obtener punto alguno. Dos años antes había ocurrido la tragedia aérea aliancista y en el imaginario de la gente le quedó la sensación de que en ese vuelo se había ido buena parte de nuestra posibilidad de clasificación.
Dispuesto a borrar semejante frustración, tomó la batuta el técnico yugoslavo Vladimir Popovic, pero a duras penas consiguió un punto. Nos quedó como consuelo que, ya eliminados, dejamos fuera a Paraguay. Juan Carlos Oblitas, quien había sido asistente de Popovic, asumió el mando de la selección para las Eliminatorias de Francia 98. Tuvo el gran mérito de conformar un equipo competitivo a lo largo de todo el proceso. Estuvimos cerca y a la vez lejos de lograr la clasificación; cerca porque conseguimos el mismo puntaje que le permitió a Chile clasificar; lejos porque Chile nos llevaba trece goles de ventaja.
Con su verbo florido “Pacho” Maturana nos hizo soñar con la clasificación al Mundial Corea-Japón pero nos despertó con la pesadilla de la eliminación mucho antes que las Eliminatorias concluyeran. Julio César Uribe tomó la posta con mucho optimismo, sin embargo uno podía vislumbrar en sus primeras declaraciones cómo se desvanecían las pocas posibilidades que nos quedaban.
Con Paulo César Autori renacieron las esperanzan de volver a un Mundial. No obstante, a duras penas pudo conformar un equipo que desempeñara un papel digno en cada encuentro. Acosado insólitamente por el Congreso de la República, optó por renunciar, y Freddy Ternero, con su filosofía del “Sí se puede” asumió el cargo, pero en su primera prueba sólo nos dejó en claro que sí podíamos perder partidos por goleadas.
Para las Eliminatorias Sudáfrica 2010, la comisión volvió apostar desde el inicio por un peruano, contratando a José “Chemo” del Solar, y si bien le fue peor que a sus predecesores, estuvo muy cerca de dejarnos una lección de humildad tras reconocer que había aprendido mucho en su experiencia como técnico de la selección, si no fuese por los 34 mil dólares que cobraba por cada mes de aprendizaje.
Contraviniendo la política de la FPF de las últimas décadas, Manuel Burga decidió prescindir de comisiones seleccionadoras y optó por contratar él mismo al técnico de la selección. Eligió, como sabemos, al uruguayo Sergio Markarián, un técnico que dirigió con éxito a la selección de Paraguay: La Sub 23, con la cual obtuvo el título de campeón del Preolímpico Sudamericano; y la de mayores, con la que logró la clasificación al Mundial 2002. También dirigió con éxito al Olimpia, logrando dos títulos (años 1983 y 1985). En nuestro medio dirigió a Universitario de Deportes, con el que campeonó en 1992, y Sporting Cristal, al que llevó al triunfo en el torneo local en 1996 y con el que logró el subcampeonato en la Copa Libertadores de 1997.
Se trata sin duda de un técnico competente, cuenta con mucha experiencia, conoce bien el medio peruano, estudia minuciosamente a los rivales de turno, se mantiene al día con los avances tecnológicos, plantea con mucha inteligencia cada uno de los encuentros. En el Perú a Markarián le dicen “el Mago”. Por lo pronto, ya realizó su primer acto de magia: Redujo de 97 a 87 % el porcentaje de desaprobación del presidente de la FPF, Manuel Burga. Algunos sostienen que su segundo acto de magia fue desaparecer de su lista de convocados a Roberto Palacios. Pero, sin lugar a dudas, su mayor reto será clasificar a Perú al Mundial Brasil 2014, luego de casi treinta años de consecutivos fracasos.
Por: Ricardo Vargas