La Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA) descartó al árbitro uruguayo Jorge Larrionda y el italiano Roberto Rosetti, luego que el primero no concediera un gol de Lampard, pese a que el balón entró casi medio metro, y de que el italiano Rosetti aceptase el tanto de Tévez en claro fuera de juego.
Los dos han sido expulsados y no volverán a pitar en este Mundial, aunque la FIFA precisó que a partir de ahora se prohibirá repetir jugadas conflictivas en los videomarcadores de los estadios. Más que nada, para evitar incidentes de público.
Este cambio de actitud, forzado por las circunstancias y la enorme presión de los inventores del fútbol, contrasta con lo acordado en marzo pasado por la asamblea anual de la International Board (IFAB), el órgano encargado del reglamento del fútbol y del que son miembros la propia FIFA y las cuatro asociaciones británicas.
Entonces, apenas tres meses antes del inicio del Mundial, se rechazó el uso de dos sistemas para combatir los ‘goles fantasma’. Las medidas propuestas eran la utilización de cámaras en la portería o de microchips en el balón para terminar con las dudas de si el esférico ha cruzado por completo o no la línea de gol.
Consideró entonces que implantar nuevas tecnologías deshumanizaría el fútbol, le quitaría dinamismo y lo alejaría de la gente al restarle simpleza y universalidad.
Alegó que un grupo de jóvenes en un pequeño pueblo de un lugar recóndito juega con las mismas normas que los profesionales que admiran a través de la televisión. Y que, en muchas ocasiones, después de pasar diez veces las imágenes a cámara lenta, los expertos analistas no se ponen de acuerdo. Y que los aficionados se apasionan discutiendo sobre las acciones polémicas.
La UEFA experimentó este año el sistema de cinco árbitros en la Liga Europa, con dos jueces junto a las porterías, pero los resultados no fueron convincentes.