LIMA | LONDRES. El impasse de Honduras se sigue ahondando. Nuevas sanciones internacionales se van aplicando contra el gobierno de Micheletti mientras que EE.UU. le ha denegado la visa a varios de sus funcionarios y ha enviado a su embajador en Tegucigalpa a reunirse con el depuesto presidente Zelaya.
Micheletti habla de poder renunciar al cargo, pero nunca a favor de Zelaya. Tal vez podría darle el cargo al presidente de la Corte Suprema, quien, a su vez, podría adelantar las elecciones o querer llegar a un compromiso con Zelaya para que éste retorne a Palacio, pero con tiempo y poderes limitados.
Zelaya, mientras tanto, radicaliza su discurso. Amenaza con desatar la “violencia generalizada” o hacer en Nicaragua un “ejercito popular”. Esto ultimo ha generado la protesta de la oposición nicaragüense, quien pide la salida de quien ven como un “provocador” y ha generado críticas de parte de algunos sandinistas “moderados”.
EE.UU. presiona para una solución en la que Zelaya sea restituido, pero a condición que él supervisase prontas elecciones en los que ganen sus contrincantes.
Si no hay un rápido acuerdo, las grietas se ahondarían y podría estallar un levantamiento popular, el cual, si triunfase, no se limitaría a restaurar a Zelaya por los 4 o 5 meses de mandato constitucional que le quedase, sino que podría entrar a un proceso tipo Venezuela.