LONDRES. En Francia, Michelin es una famosa marca de neumáticos. En Honduras, Micheletti es la rueda de repuesto que el Congreso ha puesto en la Presidencia. Esta república centroamericana ha entrado en una carrera donde los grandes actores nacionales se dedican a pincharse mutuamente las llantas.
Lo que aceleró la crisis fue la convocatoria del presidente constitucional Zelaya a un referendo para ver si en cinco meses se da otro referendo con el fin de saber si el país acepta convocar a una Constituyente. Dicha acción había sido considerada ilegal por parte de los poderes judicial y legislativo, y el poder militar decidió obedecer a éstos y no al Ejecutivo.
Entonces Zelaya sacó del timón de las FF.AA. a su comandante en jefe Vásquez, el mismo que media semana después retornó a su puesto tras sacar a Zelaya de la conducción del país.
La vacante presidencial sólo podría ser llenada por el presidente del Parlamento (Roberto Micheletti). Este empresario del transporte llegó a su cargo con el apoyo de Zelaya, quien lo premió por haber liderado la campaña electoral que en enero del 2006 lo llevó al poder.
Micheletti primero quiso llegar a la Presidencia consiguiendo el aval de Zelaya para que él sea el candidato oficial del gobernante Partido Liberal para las elecciones generales de noviembre. Sin embargo, en esas internas la nominación la obtuvo el vicepresidente Santos, quien tuvo que renunciar a su cargo y así lo dejó a él en la línea directa de sucesión.
Tras el golpe del domingo 27, Micheletti cumplió su deseo de llegar a la Presidencia, aunque no electo popularmente por cuatro años sino nominado cupularmente por medio año.
Sin embargo, puede que él ni siquiera dure hasta el 27 de enero, fecha en que ha prometido ser relevado por quien gane los comicios entrantes.
Zelaya se sigue reclamando como el Presidente y ha logrado que ningún país del mundo reconozca a quien lo sacó del volante. Los sindicatos en Honduras han decidido llamar a una huelga general y quemarán neumáticos. El nuevo gobierno ha decretado el estado de sitio. Lo ideal para Micheletti sería que la protesta se vaya disuadiendo, aunque si sus represalias concitan mucha violencia, él mismo podría acabar aislado interna e internacionalmente… y como un Michelin pinchado.